Ir sintiendo nuestro camino al despertar

¿Esas emociones que quisiéramos no tener, esas que nos gustaría que se acabaran? Esos sentimientos, dice Jody Hojin Kimmel, no son obstáculos en el camino –son el camino.

Jody Hojin Kimmel10 September 2021

Hongzhi era un maestro Zen del siglo doce en China, quien tuvo una gran influencia en Dogen. La siguiente es una de sus instrucciones de práctica –es algo que hay que hacer:

La vacuidad no tiene características. La iluminación no tiene aflicciones emocionales. Con un brillo quieto, profundo y penetrante, la iluminación elimina misteriosamente toda desgracia. Entonces, uno puede conocerse a sí mismo; entonces el yo está completo. Todos tenemos el campo claro y maravillosamente brillante desde el principio. Muchas vidas de malentendidos vienen sólo de la desconfianza, los estorbos y las capas de confusión que creamos en un escenario de aislamiento. Con una sabiduría ilimitada viaja a través de esto, poniendo a un lado lo que ya has logrado. De un modo directo abandona las estratagemas y toma tu responsabilidad. Habiendo visto alrededor tuyo, aceptando tu situación, si pones un pie en el sendero, la energía espiritual te va a transportar maravillosamente. Contacta con los fenómenos con total sinceridad, no hay un sólo átomo de polvo fuera de ti mismo. 

–extracto de Cultivating the Empty Field, traducción de Taigen Dan Leighton y Yi Wu.

A menudo digo que si pudiera conocer a Hongzhi, probablemente le pediría que me leyera su poesía mientras yo descanso recostada viendo las nubes. Maezumi Roshi escribió esto acerca de él: “La falta de lengua que uno prescribe con burbujeos sin palabras, una medicina de la existencia no dual para aquel que no tiene cuerpo. Cuando apreciamos el efecto de esta medicina, conocemos esta medicina, sabemos que las reliquias de 834 años del Maestro Hongzhi están aún frescas, y cálidas, y son vitalmente universales”. Y quizás añadiría, están aquí con nosotros hoy mismo. 

Nos solemos reunir y juntar nuestros corazones y nuestras mentes ceremoniosamente. Caerimonia, la raíz latina de ceremonia, significa “con reverencia, de un modo sagrado, con sanación”. Así que colectivamente reunimos juntos nuestras penas, nuestras alegrías, nuestras tristezas, nuestras confianzas rotas –en reverencia, en un modo sagrado– para restaurarnos y hacer completo lo que nunca se ha separado. 

Podemos y, de hecho, dividimos casi cualquier cosa. Pero sabemos por experiencia que podemos cerrar esa brecha. Todos hemos tenido momentos en los que soltamos la mente pensante y discursiva, y sólo cantamos, sólo comemos, sólo caminamos, y sólo somos. Anhelamos regresar a este espacio natural experimentando un universo que no está dividido y no es dual. Quizás porque sabemos que es nuestra naturaleza; es exactamente lo que estamos buscando continuamente.

A veces, uno de los modos en los que expresamos virya, o energía, es un gran entusiasmo, como un esfuerzo gozoso. Recuerdo cuando revisaba los siete factores de la iluminación, la frase “esfuerzo gozoso” me hizo surgir algo, encendió una pequeña chispa. Luego encontré esta cita de Thanissaro Bhikkhu: “El sendero no guarda todos sus placeres para el final. Los puedes disfrutar ahora”.  ¡Me puse feliz de escuchar esto! Aquí estamos, involucrados en la cosecha del corazón, o como diría Dogen, de nuestro cuerpo-mente, y podemos disfrutarlo. 

La iluminación no tiene aflicciones emocionales.

El cuerpo emocional es un camino maravilloso para entrar en cualquier cosa y en todo lo que necesita ser visto. Cuando estábamos creciendo, a algunos de nosotros nos han dicho que somos demasiado emocionales. Cuando mi madre me decía esto yo me ponía aún más molesta. Si ella me dijera esas palabras ahora, le contestaría, muy amablemente, “Gracias. Es verdad”. Dejemos de pretender. 

Cuando dejamos de definir el yo en el nivel de la emoción, nuestro sentido del yo es liberado de nuestros sentimientos conflictivos. Pero no podemos llegar a este punto saltándonos nuestras emociones. No podemos evitar lo que sentimos.

Cuando llegamos a una práctica como esta, podemos sentarnos con nuestras emociones y sentirlas sin sujetarlas. Estar despiertos en el nivel de la emoción significa dejar de derivar un sentido sólido del yo que parte del modo en el que nos sentimos o de lo que estamos sintiendo. Usualmente nuestro sentido del yo está enredado en lo que sentimos. Nos decimos a nosotros mismos, “Me siento enojado. Estoy enojado!”*  Viendo más profundamente en esto, podemos ver que aquello a lo que realmente nos estamos refiriendo en esos momentos es a nuestro sentido del yo fusionado con nuestro enojo. Si vemos aún más profundo, vemos que, de hecho, no podemos estar definidos por una emoción que corre en el cuerpo. La fusión es una ilusión. 

Ver esto es despertar a través del corazón. Descubrimos lo que sentimos, punto –y lo que sentimos no necesita ser evitado, ni tampoco nos define. Entre más bloqueamos o rechazamos nuestro cuerpo y nuestros sentimientos, más nos retiramos hacia el pensamiento, el cual tiende a perder su conexión con el cuerpo. La intensidad de nuestro pensamiento compulsivo está en una proporción directa a la medida en la que no nos permitimos experimentar nuestro cuerpo emocional y, entonces, nos disociamos de él.

Cuando ya no definimos el yo en el nivel de la emoción, nuestro sentido del yo es liberado de nuestros sentimientos conflictivos. Pero no podemos llegar a este punto saltándonos nuestras emociones con la esperanza de llegar a un estado exaltado. No podemos evitar lo que sentimos.

La vacuidad no tiene características. La iluminación no tiene aflicciones emocionales. Irradiando de un modo profundo, penetrante y quieto, ésta elimina todas las desgracias misteriosamente. 

Mi entendimiento de cómo ve esto Dogen es algo así como confiar en lo que es concreto en nuestra vida –en lo cual no puede ser confiado, excepto en relación a aquello que es como el espacio vacío.  En otras palabras, “La forma es exactamente vacuidad, la vacuidad es exactamente forma”. Sin división. 

Nuestras emociones y sentimientos son estupendas señales; nos revelan nuestro corazón directamente, así como aquello que no está resuelto en nuestro ser. Por mucho tiempo puede ser difícil aceptar nuestra “radiación penetrante, profunda y callada”, revelando lo que no está resuelto; quizás no tengamos la paciencia.  Por un tiempo yo quería ver este yo como un ser completamente resuelto. Todos sabemos qué tan doloroso puede ser eso –pretender tener todo bajo control, mientras que por dentro estamos temblando del miedo a ser descubiertos como un desastre total. No queremos que eso sea visto, ni siquiera por nosotros mismos. Sin embargo, ahí es justo donde esto necesita suceder.

Eventualmente, lo que no nos sirve va a implotar o a explotar –a veces, ambos. Justo como cuando la naturaleza tiene que entrar en alineación con la causa y el efecto, lo que viene es un balance natural. Podemos intentar con todas nuestras fuerzas el sujetarlo todo junto, el tratar de tenerlo bajo control, pero, eventualmente, aprendemos que podemos responder de otros modos. 

Muchas vidas de malentendidos surgen sólo de la falta de confianza, obstáculos y capas de confusión que creamos en un escenario de aislamiento. 

Estamos tan acostumbrados a estar divididos que casi tenemos miedo a sentirnos sin división, o a estar completos, incluso siendo esto lo que realmente anhelamos. Así que terminamos aferrándonos a un sentido sólido del yo, esperando mantener cierta seguridad. Después de todo ¿qué hay del otro lado? No sabemos. Escuchamos esto todo el tiempo –”No sabemos” –¡pero es algo real! Cuando dejamos ir, significa que estamos saltando hacia lo desconocido. No nos vamos a conocer de los mismos modos en los que lo hacíamos antes. Sin embargo, esto nos ofrece una cierta noción de lo que podríamos llamar; el estado liberado. Esta es la revolución que enseñó el Buda: el dejar de definirnos a través de lo que sentimos, nuestro sentido del yo es liberado de las emociones conflictivas. 

Nuestros cuerpos son grandes aparatos para medir la verdad. Yo no puedo mentir bien –mi madre podía echarme un vistazo y decir, “¡No estás diciéndome la verdad!” Yo estaba diciendo algo, pero mi cuerpo y mi complexión estaban diciendo otra cosa. Tan pronto como entramos en estados emocionales como el odio, los celos, el echar la culpa, la avaricia o la envidia, estamos percibiendo desde un estado de división. Así que esas emociones pueden servir como señales que nos recuerdan que no estamos viendo la verdadera naturaleza de las cosas. 

Habiéndo mirado hacia ti mismo, aceptando tu situación, si pones un pie en el camino, la energía espiritual te va a transportar maravillosamente. Contacta los fenómenos con una sinceridad total. 

El torbellino emocional nos dice que tenemos una creencia inconsciente que no es verdadera. Esto son buenas noticias, porque si podemos sostenernos ahí sin cerrar las puertas, nos será revelada. Ese es el trabajo duro, pero significa que si lo vemos, ya no somos inconscientes. Podemos hacer el esfuerzo de investigar más allá y preguntarnos, “¿Qué estoy creyendo acerca de mí mismo en este momento?” Sé curioso; recuerda que el esfuerzo gozoso es la energía que tenemos para buscar, para preguntarnos, para despertar por completo. 

La curiosidad es un modo de estudiar nuestro yo y también de olvidarnos de él. Quizás notemos, “Oh, estoy odiando a esta persona. Estoy odiando esta situación que está sucediendo ahora. Fascinante, fascinante.” O quizás nos digamos a nosotros mismos, “Este sentimiento poderoso, no soy yo. Sin embargo, realmente pienso que lo soy. Realmente pienso que así es.” Quizás podemos prender la luz y no odiar esta ilusión y ver que ésta, también es “el campo brillante y maravilloso desde el principio.” De este modo, entramos en el campo de la posibilidad. Explorando lo que es posible en el momento es algo muy diferente a creerlo; de nuevo, tenemos que no saber. 

Una vez escuché una historia que demuestra el poder de nuestras creencias. Un niño pequeño le dijo a su mamá. “Mamá, imagínate que estás rodeada de tigres hambrientos, y que todos te quieren comer. ¿Qué harías?” Ella dijo, “Oh, ¡estaría aterrada! No sabría qué hacer. ¿Qué harías tú?” Y el niño le respondió “Dejaría de imaginar”. 

No podemos despertar del cuello para arriba.

El cuerpo emocional es un punto de entrada hacia cualquier ilusión, cualquier creencia, cualquier cosa que pueda causar un sentido de separación. Zazen es la práctica de regresar a la tierra. Y aterrizar de nuevo en la tierra no es fácil; no siempre llegamos intactos. Hemos estado viviendo en nuestras cabezas por un largo tiempo, quizás muchas vidas. Y ahora somos llamados desde todas direcciones para volver a habitar nuestros cuerpos que hemos dejado atrás. Todo el cuerpo viene junto; no podemos despertar del cuello para arriba. Debemos despertar todo el cuerpo-mente. Como Dogen nos dice, cuando veamos formas y escuchamos sonidos con todo el cuerpo y la mente, sin reservas, vamos a entender. Cuando hagamos esto, vamos a recordar quiénes somos. 

En los tiempos actuales estamos inundados con un constante flujo de información. Una vez leí que cuando pides una taza de café, quizás una taza de un “americano descafeinado orgánico con leche, sabor vainilla y extra caliente”, tomas más decisiones de las que tomaban tus abuelos en una semana. Sopesa los niveles de conectividad que nuestros cerebros y corazones están tratando de digerir. En un mes, muchos de nosotros estamos conectados con más personas en línea y en persona que lo que estaban nuestros ancestros en toda su vida. No es una sorpresa que estemos abrumados. Podemos dar bandazos fuera del balance emocional muy fácilmente, y luego ir por la vida sin darnos cuenta de esto. 

En la práctica de zazen estamos volviendo a la tierra, literalmente, para poder levantarnos. “¿Por la autoridad de quién –preguntó Mara al Buda– estás tomando este asiento del despertar?” También nos cuestionamos esto a nosotros mismos, ¿no es cierto? Esta es nuestra conversación con Mara. El Buda se inclinó, tocó la tierra y dijo, “Ésta es mi testigo.”

Estamos aquí. Estamos encarnados. Descansa abierto; permite que la tierra te traiga estabilidad y soporte. Luego deja que esa estabilidad suba hacia la mente, para relajar, liberar y despertar desde el corazón. Despierta desde la parte más baja de la espalda, extendiéndola hacia abajo a la tierra, hacia arriba, al cielo y en todas direcciones sin límites.

De un modo directo abandona las estratagemas y toma responsabilidad.

El Buda nos pidió que miremos hacia lo que ansiamos. Esta es la segunda noble verdad. Vemos hacia nuestros deseos, antojos, hábitos y patrones de tal modo que podemos conocerlos y ver cómo nos alejan del desenvolvimiento natural de nuestra vida. El Buda dijo, “Cuando empezamos a ansiar con fuerza, nos volvemos ignorantes”. Siempre nos estamos desenvolviendo orgánicamente, en relación con todo y con todos. Pero hemos olvidado esta interrelación, esta interdependencia. No estamos fluyendo con lo que está siendo dado a nuestras vidas. 

Nos encontramos con muchos miedos: miedo a lo desconocido, a la pérdida, a la humillación, a la inadecuación. Al tratar de eliminar nuestros miedos, nos comprometemos a estar controlados por ellos. Hongzhi dice, “Contacta los fenómenos con una sinceridad total”. Genera fé, confianza, valor, entusiasmo, perseverancia para ver por ti mismo y para verte a ti mismo. Tan pronto como decimos “No debería ser así; no debería haber pasado”, experimentamos esa división interna. Es inmediato. Peleamos con lo que está aquí, con lo que es. No nos gusta, o nos encanta y queremos que se quede. Tan pronto como hay algo en nosotros que juzga, que ansía intensamente, o que dice que algo no debería ser así, sentimos la división. Cuando peleamos con lo que es, nunca ganamos. Peor aún, quizás estemos peleando con lo que ocurrió hace veinte años. Y mucho de aquello con lo que nos peleamos, si lo miramos bien de cerca, ni siquiera está basado en lo que es verdadero. 

Sin embargo, cuando sentimos nuestras emociones, quizás no siempre nos encontremos divididos. Todos hemos experimentado esto también. Podemos experimentar la tristeza o la pena sin sentirnos divididos. Incluso podemos llorar lagrimones, o sentir cierto grado de ira sin estar divididos. En ese momento en el que no estamos divididos, cuando simplemente dejamos que sea, surge cierto gozo –no hacemos que surja; simplemente surge. Nuestras virtudes surgen: nos sentimos pacientes, curiosos, generosos y experimentamos gratitud y un sentido de conexión en el conocimiento de que estamos viviendo con el corazón completo. 

Así, uno puede conocerse a uno mismo; así el yo está completo. Habiéndote tornado hacia ti, aceptando tu situación, si pones un pie en el camino, la energía espiritual te va a transportar maravillosamente. 

Es por esto que continuamos –debido a esta maravillosa energía espiritual que viene del ver algo claramente. La investigación verdadera es experiencial. No está intentando evitarnos el tener sentimientos no-placenteros, o evitar que algo suceda. No tiene otro objetivo más que sí misma. 

Aquí hay otra historia: Mahasattva Fu, un brillante académico en China, estaba dando una cátedra acerca del Parinirvana Sutra. Hubo gente que viajó grandes distancias para escucharlo. A la mitad de su enseñanza, un monje Zen empezó a reírse histéricamente. ¿Puedes imaginarlo? Él está dando esta enseñanza seria, y un monje simplemente empieza a reírse. Fu terminó su cátedra muy rápido, volvió a su cubículo y le pidió a su asistente que trajera al monje para tomar té juntos.

Cuando el monje llegó, Fu le dijo,  “He estudiado estos sutras por los últimos veinte años, y me he entrenado con los grandes maestros de China. ¿Qué es lo que viste? ¿Qué es lo que dije mal?”

El monje Zen le dijo, “No dijiste nada mal. Lo que dijiste fue completamente verdadero, pero es todo palabras. Es obvio que no conoces aquello en sí mismo. No ves la cosa en sí misma”.

Y Fu, este hombre maravilloso, dijo, “¿Qué puedo hacer para experimentar la cosa en sí misma?”

El monje le dijo, “Debes quedarte en tu cuarto y sentarte en zazen. Si haces esto por diez días, apuesto a que vas a ver aquello de lo que estoy hablando. Abandona tus pensamientos. No tengas ninguna discriminación. Sólo ve en tu mundo interno.”

Fu hizo esto. Le dijo a su asistente que no lo molestara, y fue a su cuarto y se sentó en zazen. Después de varios días, mientras estaba sentado a altas horas de la noche, escuchó el sonido de una flauta en el patio. 

“¡Ah! Él corrió hacia donde se estaba quedando el monje Zen y tocó a su puerta.

El monje dijo, “¿Quién es?”

Fu respondió, “Soy yo”.

El monje preguntó, “Bueno, ¿quién eres tú?”

Fu dijo, “¡Soy yo mismo!”

A lo cual el monje respondió, “¿Qué tipo de borracho eres, de juerga a estas altas horas de la noche? ¡Vuelve a tu cama!” Y azotó la puerta.

Fu regresó a su cuarto, donde escribió un poema:

En esos días yo recuerdo

cuando aún no había tenido satori,

Cada vez que escuchaba la flauta tocar, mi corazón entraba en pena.

Ahora no tengo sueños vagos sobre mi almohada.

Sólo dejo que el músico toque la nota que quiera. 

Lo que amo de esta historia es la entrega de Fu y su presteza para tener una experiencia aún más profunda.  Todos nosotros debemos recordar: sí, quizás hemos tenido un vistazo, pero es sólo el principio. El corazón despierto ama al mundo tal como es, no sólo como podría ser. Entre más despertamos al nivel del corazón, más despertamos a uno de nuestros llamados más profundos: sólo ama. 

Hongzhi, speaking from the point of view of the awakened heart–mind, offers us this:

Llegando aquí directamente, podrás reconocer la base mental del campo del dharma, el cual es la raíz y fuente de las diez mil formas que germinan con fertilidad perenne. Estas flores y hojas son todo el mundo. Así que se nos dice que una sóla semilla es un campo aún no cultivado. No desenraices el nuevo brote, y el yo va a florecer. 

Nuestra tristeza, nuestra soledad, nuestro miedo y nuestra ansiedad no son equivocaciones. No son obstáculos para nuestro camino. Son nuestro camino. La libertad que anhelamos no se encuentra en la erradicación de éstas, sino en la información que éstas traen. No necesitamos trascender nada aquí, sino estar dispuestos a volvernos más profundamente íntimos con nuestra experiencia vivida y encarnada. No nos falta nada. Nada está fuera de lugar. Nada tiene que ser expulsado. 

 

*Nota del traductor: esta observación se manifiesta de un modo más claro en el inglés “I am angry.” 

ACERCA DE JODY HOJIN KIMMEL

Jody Hojin Kimmel, Sensei, es la abad del Zen Center de NYC-Fire Lotus Temple en Brooklyn, y la directora de formación en la Mountains and Rivers Order en el Zen Mountain Monastery, donde ha sido residente por treinta años. Ella se ordenó como sacerdotisa con John Daido Loori y recibió la transmisión de dharma en el 2017 de Geoffrey Shugen Arnold. Ella también es artista y enseña prácticas artísticas como medio para estudiarse uno mismo y abrirse al proceso creativo. 

ACERCA DE RATNA DAKINI (Traductora)

ratna dakini es una yoguini budista tibetana, poeta y traductora originaria de México. Ha publicado dos libros de poesía de dharma, el último titulado Sunbird (2020). Ha traducido para la Comunidad de Meditación de Tergar por Aprox. 6 años, y continúa traduciendo para Tergar, así como para la página en español de Lion’s Roar. Actualmente vive en San Miguel de Allende, donde enseña Yoga, practica danza y prepara un tercer libro de poesía.

 

 

Jody Hojin Kimmel

Jody Hojin Kimmel

Jody Hojin Kimmel, Sensei, is the Abbot of the Zen Center of NYC-Fire Lotus Temple in Brooklyn and the training director for the Mountains and Rivers Order at Zen Mountain Monastery, where she has been in full-time residential training for over thirty years. She ordained as a priest with John Daido Loori and received dharma transmission in 2017 from Geoffrey Shugen Arnold. She is also an artist and teaches Art Practices as a means to study the self and open oneself up to the creative process.