El camino de Barbie hacia la iluminación

En la película de Barbie, dirigida por Greta Gerwig, la icónica muñeca se embarca en un viaje color de rosa hacia la iluminación, no muy diferente al del Buda. Jennifer Keishin Armstrong explora cómo la película sirve como meditación sobre la conciencia, la impermanencia y la verdadera naturaleza de la realidad, atractiva tanto para los buscadores espirituales como para los psiconautas.

Jennifer Keishin Armstrong
23 August 2023
Margot Robbie’s “Stereotypical Barbie” in her Dream House. ©2023 Warner Bros. Ent. All Rights Reserved.

Mientras meditaba durante horas y horas en un retiro budista zen, no podía quitarme a Barbie de la cabeza. Había visto el fenómeno cultural dominante del verano el día de la premiere, que casualmente fue el día antes de irme al retiro. Pero no fueron sólo los desbordantes deleites sensoriales de la película los que ocuparon mi mente. En lugar de eso, me atraganté un poco al recordar cómo Barbie veía a la humanidad en todas sus formas: alegre y triste, joven y vieja, profundamente imperfecta y a punto de morir; y aún así eligió convertirse en humana. Ésta, pensé yo, es la única manera de ser persona. Nosotros, a diferencia de Barbie, no podemos elegir nuestra humanidad; pero, para hacer las paces con ésta, tenemos que aceptar sus condiciones con el mismo entusiasmo que Barbie.

Sí, la iluminación de Barbie me ayudó a desencadenar mi propio momento de kensho. Nunca pensé que escribiría esa frase en toda mi vida.

La búsqueda de Barbie es manifiestamente espiritual, hacia su propia conciencia. Una vez que ha visto la verdad del sufrimiento, se siente obligada a unirse a la humanidad.

Se ha escrito mucho sobre los temas abiertamente feministas de Barbie, y aplaudo a la directora Greta Gerwig por haber aportado esta crítica al patriarcado —junto con la celebración del rosa— al centro de la cultura popular. Aún si el único mensaje que todos nos lleváramos de esta película es que Issa Rae debería ser presidenta inmediatamente, entonces se habrá hecho un trabajo importante. Pero Barbie es también un relato de iluminación que no hace menos que pontificar sobre la naturaleza de la conciencia, lo cual no es poca cosa, especialmente para una película producida por una gran empresa sobre su muñeca de plástico más exitosa.

Y ahí es donde Barbie tiene que ver con los psicodélicos. Aunque algunas de sus secuencias —como la loca guerra entre los Ken, por ejemplo— podrían ser fácilmente una visión de un viaje psicodélico, lo más importante aquí es la forma en que la travesía de Barbie imita el tipo de avances que buscamos como meditadores y psiconautas. “Lo único que siempre he querido es que todo siga exactamente como está”, dice Barbie mientras se resiste a la búsqueda que se le pide que emprenda después de que la barrera entre Barbie Land y el Mundo Real se haya visto comprometida. Los psicodélicos, cuando se usan intencionadamente, provocan cambios y crecimiento, a menudo acompañados por dolor e incomodidad. La verdad de la vida humana es que las cosas no han de permanecer exactamente como están. Los psicodélicos, como la búsqueda de Barbie en la película, pueden acelerar ese cambio inevitable, con la esperanza de canalizarlo para bien.

En Barbie, nuestra heroína plástica perfecta, la Barbie Estereotípica, vive una vida plástica perfecta en Barbie Land, donde cada día es el mejor y las Barbies ocupan todos los puestos de poder, hasta que de repente le asaltan “irreprimibles pensamientos de muerte”. El día siguiente no es el mejor: está cansada y deprimida, su waffle se quema y sus pies, listos para calzar tacones, se desploman de repente hasta quedar planos en el suelo como los de un humano. Se horroriza. No le queda más remedio que visitar a la Barbie Rarita, a quien los juegos han arruinado y vive una vida de relativa soledad, pero quien, significativamente, parece poseer la mayor sabiduría de toda Barbie Land. Le explica que la división entre la Barbie Estereotípica y quien juega con ella en el Mundo Real se ha visto comprometida. Así, Barbie debe viajar al Mundo Real para repararlo.

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Desde el principio, este viaje se ocupa de las cuestiones que cualquiera de nosotros se plantea en un viaje espiritual. Los dos principales indicadores del “mal funcionamiento” de Barbie son sus pensamientos sobre la muerte y una pequeña mancha de celulitis. Esto es, por supuesto, intrínsecamente gracioso, porque se trata de condiciones clásicas de la humanidad que han sido desterradas de la vida de una muñeca de plástico perfecta. Cuando los humanos crean un personaje aspiracional como Barbie, lo primero que hacen es eliminar inconvenientes como la muerte inminente y los “defectos” corporales. Curiosamente, éstos fueron también los motores del despertar del Buda original, el que le llevó a crear una gran religión mundial. No la celulitis en sí, por supuesto, sino algo que la celulitis representa: el envejecimiento. Criado como un príncipe, se aventuró fuera de los muros del palacio y fue testigo por primera vez de la enfermedad, la vejez y la muerte, es decir, del sufrimiento. Se sintió impulsado a encontrar una práctica y una filosofía para afrontar estas realidades.

Barbie, curiosamente, realiza el mismo viaje. De hecho, la directora y guionista Greta Gerwig utilizó su viaje como inspiración para el de Barbie. Impulsada por estas realidades incómodas, se aventura fuera de su propio reino de los devas y encuentra un mundo humano de sufrimiento. Su búsqueda es abiertamente espiritual, hacia su propia conciencia. Una vez que ha visto estas verdades, se siente obligada a unirse a la humanidad, algo que ninguna de las otras Barbies experimenta… porque no han experimentado la “realidad” del mismo modo que ella.

Hay tantas cosas que suceden en Barbie que es fácil pasar por alto estos temas más profundos. Ya la he visto dos veces, y en ambas ocasiones sentí cómo mi cuerpo zumbaba de placer sensorial al salir del cine. La escena en la que todos los Ken cantan “Push” de Matchbox 20 en bucle a las Barbies sentadas en un círculo, cada pareja con su propia fogata falsa idéntica, probablemente permanecerá felizmente en mi cabeza durante el resto de mi vida.

Sin embargo, sostengo que la película sabe exactamente lo que hace: Es, en el fondo, una historia de despertar. En un momento dado, la Barbie Rarita le explica a la Barbie Estereotípica que debe elegir entre la ignorancia dichosa y el conocer la naturaleza de la vida. Lo presenta como una elección entre un elegante tacón alto y una sandalia de Birkenstock. Me encantó esta metáfora. ¿Cuál de estos zapatos te pondrías para ir a un retiro de meditación o a una ceremonia psicodélica? Puedo decir que nunca he visto tantas Birkenstock negras alineadas en un mismo lugar como en un retiro zen. Barbie, comprensiblemente, intenta elegir el tacón alto: la ignorancia dichosa. Pero Barbie Rarita revela que en realidad no es una elección; ahora que los pensamientos de muerte y celulitis se han infiltrado, no hay vuelta atrás. La única opción es la sandalia Birkenstock y la verdadera naturaleza.

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En el camino entre Barbie Land y el Mundo Real hay otra pista sobre las aspiraciones más metafísicas de la película.  “Closer to Fine”, de las Indigo Girls, es la única canción que suena en la radio (al menos mientras las Barbies están al mando, antes de la toma del poder de los Ken). Es una canción sobre un viaje espiritual: “La oscuridad tiene un hambre insaciable, y la claridad una llamada difícil de oír”. La narradora busca respuestas en un “doctor en filosofía”, en un bar, en las montañas, a través de ejercicios y de la Biblia, y descubre, dice, que “cuanto menos busco mi fuente para algo definitivo, más me acerco a estar bien”. Tiene sentido que “bien” sea lo que ella considera la paz definitiva, y sabe que lo mejor que puede hacer es “acercarse” a ella, no alcanzar algún tipo de estado semejante al de un dios. Simplemente bien, simplemente estar un poco más cerca.

Los buscadores psicodélicos y espirituales eligen el mismo viaje. Quieren abrazar su humanidad, con todos sus terrores, defectos, alegrías, fealdad y belleza. Quieren comprender su propia conciencia. Quieren aceptar el cambio. Quieren hacer las paces con la realidad, con la impermanencia, con la muerte. Lo mejor que podemos hacer es acercarnos un poco más a la perfección, pero de eso se trata. Queremos ponernos las sandalias Birkenstock y luchar con la verdadera naturaleza de la vida. La psicodelia de Barbie, su incidente incitador, es la rasgadura de la membrana, causada, según nos enteramos, por los dibujos de la “Barbie Pensamientos Irreprimibles de la Muerte” y de una Barbie con celulitis que son creación de una empleada de Mattel llamada Gloria (America Ferrera). La vejez y la muerte. El antídoto es la búsqueda de la realización.

Sabemos que ha completado su viaje al final de la película no sólo porque se ha convertido en humana —y pronunciado una de las mejores frases finales de la historia del cine—, sino también por una última elección de moda perfecta. Sus pies humanos planos están cómodamente calzados con un par de sandalias rosas Birkenstock.

Este artículo se publicó originalmente en el boletín de Jennifer Keishin Armstrong, Culture Trip, que explora la historia de los psicodélicos, sus contribuciones a la cultura pop y su situación actual en los medios de comunicación.

ACERCA DE JENNIFER KEISHIN ARMSTRONG

Jennifer Keishin Armstrong es una autora de bestsellers del New York Times especializada en cultura y entretenimiento. Su nuevo libro es When Women Invented Television. Es autora de Seinfeldia: How the Show About Nothing Changed Everything y de la historia de The Mary Tyler Moore Show, Mary and Lou and Rhoda and Ted. Su nuevo libro es When Women Invented Television.

ACERCA DE ESTEFANIA DUQUE (TRADUCTORA)

Estefania es licenciada en Lenguas Modernas e Interculturalidad por la Universidad De La Salle Bajío. Creció en la calidez de la comunidad budista de Casa Tibet México y actualmente cursa un Programa de Formación de Traductores de Tibetano en Dharma Sagar, con la aspiración de traducir el Dharma directamente del tibetano al español.

Jennifer Keishin Armstrong

Jennifer Keishin Armstrong

Jennifer Keishin Armstrong is a New York Times bestselling author specializing in culture and entertainment. Her new book is When Women Invented Television. She is the author of Seinfeldia: How the Show About Nothing Changed Everything, Mary and Lou and Rhoda and Ted, and When Women Invented Television. Her new book is So Fetch: The Making of Mean Girls (And Why We’re Still So Obsessed with It.)