Mi familia y yo migramos a los Estados Unidos cuando yo estaba empezando mi adolescencia. Como inmigrantes indocumentados, teníamos que pasar desapercibidos; teníamos que mezclarnos tanto como nos fuera posible, sin llamar la atención hacia nosotros y sin mencionar nuestra situación, porque nunca se sabe en quién se puede confiar. No había lugar para la celebración de nuestra cultura y costumbres. Cuando hablábamos en español a nuestros amigos en la escuela, a menudo escuchábamos “¡Esto es América! Hablen en Inglés” o “¡Váyanse de regreso a su país!” Aprendí a ser cuidadosa y, siguiendo todas estas reglas, aprendí inconscientemente cómo pertenecer. Me asimilé a esta nueva cultura. Mirando hacia atrás, éste fue un proceso de aprender a discernir lo que era adecuado y lo que no, borrando las partes de mí que eran consideradas “otro”. En aquel entonces, me mortificaba mi acento –las erres pronunciadas y las y griegas demarcadas que sonaban más como jotas en ingles– eran una marca notoria de mi origen latino americano.
Mi primer encuentro con el dharma ocurrió en Miami, y luego en Nepal; ambas comunidades diversas donde culturas y costumbres distintas son bienvenidas y celebradas. No fue hasta que participé en un primer retiro de meditación que fui recordada de aquel sentimiento de ser “otra” una vez más. Era un retiro de silencio, y las demografías eran lo que esperaría uno típicamente: personas de edad madura, de clase media-alta, blancos y mayoritariamente hombres. Yo había sido invitada a participar, sin embargo me sentí fuera de lugar; sentí que no pertenecía ahí.
No fue sino hasta que escuché una plática que dio la Rev. Shutt que me di cuenta de lo que me hacía sentir así. Ella mencionó cómo el énfasis en evitar la conceptualización, a menudo conduce a la falta de instrucciones claras. Los aspectos prácticos, así como el comportamiento que se debe llevar en la sala de meditación, la reverencia y la postración, a menudo se aprenden a través de la observación, más que por una instrucción práctica. Este es un ideal muy lindo, como mencionó la Rev. Shutt en su charla, pero históricamente, el poner a personas de color en posiciones de no saber ha tenido unas repercusiones muy reales en sus vidas, desde no poder recibir servicios hasta el ser castigados. En el contexto de la práctica del dharma, incluso si el objetivo es evitar la conceptualización, no proveer esta clase de información e instrucción puede tener consecuencias enormes en las vidas de los practicantes BIPOC, haciendo la práctica inaccesible para ellos. Al escuchar la plática de la Rev. Shutt, me di cuenta que el no saber –no saber lo que se esperaba de mí, y luego fallar al no lograr tales expectativas– creó una ansiedad significativa. En vez de ser un refugio, el retiro se convirtió en un lugar más donde sentí que no pertenecía.
En este foro, hablo con tres maestras BIPOC cuyo trabajo se ha enfocado en hacer el budismo más diverso e inclusivo. Ellas discuten cómo los intentos de lograr una diversidad e inclusividad en nuestras sanghas con frecuencia se queda corto, cómo la falta de entendimiento básica sobre los practicantes BIPOC a frequentemente hace que la práctica y los espacios de práctica sean inaccesibles, y cómo muchas veces la asimilación pasa por diversidad.
Han pasado veintitres años desde que se llevó a cabo el primer retiro de People of Color [Personas de Color] en Spirit Rock en 1999. Hemos avanzado, pero como menciona La Sarmiento en este foro, aún estamos lejos de un momento kumbaya. Así que ¿de aquí a dónde vamos? No es una cuestión de quién está cargando el peso o el privilegio; después de todo la interconexión está en el corazón de nuestra práctica budista. Este foro no asume que tiene todas las respuestas. Más bien, es una invitación; una oportunidad para cada uno de nosotros a examinar nuestros roles y responsabilidades con nuestras sanghas y entre cada uno de nosotros. Sea que resuene contigo, o que te toque de una forma incómoda, te invito a que te dirijas a ese espacio y explores por qué se siente así.
–Mariana Restrepo, Editora Asociada.
Moderadora: Mariana Restrepo, Panelistas: Carol Iwata, Margarita Loinaz, La Sarmiento
Mariana Restrepo: ¿Hay algo que podamos identificar como budismo BIPOC? ¿Hay distintas prácticas o enseñanzas budistas, por ejemplo, que tengan más afinidad en el contexto del BIPOC?
Margarita Loinaz: Lo que me llama la atención en las sanghas BIPOC es el énfasis en la comunidad; el aspecto relacional, la interconectividad y la valoración de nuestros ancestros, el entendimiento de aquello que viene a través del linaje en el que hemos nacido física y culturalmente. Siento que la prioridad dentro de la sangha BIPOC es el aspecto relacional de las enseñanzas.
El modo en el que el budismo fue ‘vendido’ a la América blanca fue muy individualista. Te sientas en tu cojín, meditas, trabajas en tus problemas, y no tienes que lidiar con el mundo. –Carol Iwata.
Carol Iwata: Estoy de acuerdo. Y me pregunto, ¿cómo pegaría realmente el aspecto relacional en las sanghas predominantemente blancas? Pasé un tiempo hablando con el académico budista Jake Nagasawa acerca de cómo el budismo fue vendido, por así decirlo, a la América blanca, porque fue de un modo muy individualista. Te sientas en tu cojín, meditas, trabajas tus cosas y no tienes que lidiar con el mundo.
Otro punto es que la raza y el racismo son centrales para nuestra práctica. El estar consciente de ellos y del estar a salvo de la supremacía blanca, del voyeurismo, y de todas esas cosas –conscientes, también, de que la raza está encarnada en nosotros. De este modo, nuestra práctica también está más presente en nuestros cuerpos.
Pienso que esta consciencia de la raza da ímpetu a mucho trabajo de justicia social que surge de las sanghas BIPOC. No es inusual para personas en sanghas grandes y predominantemente blancas el acusar a sus comunidades de pasar demasiado tiempo en el tema de la justicia social. Ellos no llegaron ahí para eso –ellos llegaron ahí para alejarse de eso.
La Sarmiento: Para mí, habiendo sido criada en una sangha de cultura dominante, recuerdo cuando fui a mi primer retiro de personas de color en Spirit Rock. Yo estaba como, “Dios mío, las personas en el escenario se ven como yo. Y están hablando de experiencias de las que nunca había escuchado en los retiros convencionales”. Ya sea que venimos de familias inmigrantes o que nuestros ancestros hayan sido esclavos en este país, está la línea común de una historia de colonización, marginalización y opresión que podemos sentir; una cierta profundidad de entendimiento de la cual nunca se habla realmente en las sanghas de culturas dominantes.
Se tornó tan claro para mí, la calidad de la presencia, de sentirme realmente en una sangha. Había una sensación de conexión, en contraste con sólo un montón de personas sentadas en una habitación juntos haciendo su propia cosa. Es muy colectivista. Nos necesitamos unos a otros para sobrevivir. Así es como lo logramos. Y no es lo mismo para la cultura dominante, especialmente para la gente blanca.
Mariana Restrepo: ¿Hay algunas prácticas en particular o enseñanzas que hayas encontrado que hablen más directamente hacia las experiencias de los practicantes BIPOC?
Margarita Loinaz: Thich Nhat Hanh fue capaz de poner el sufrimiento en un lugar central como puerta hacia la liberación de un modo que nunca he visto hacer a ningún otro maestro, tan siquiera no así como él. Él estaba tan presente en su cuerpo debido a su propia trayectoria de lo que tuvo que atravesar, lo que vio, los horrores de los que fue testigo, y su propia lucha con la ira y la furia. Todo eso le ayudó a enseñar un modo de abrir el corazón a nuestra propia experiencia, a nuestros sentimientos.
Él también enseñó cómo en medio del dolor, podemos sonreir. Esta sonrisa, incluso ante la faz de un gran sufrimiento, provee una apertura profunda en nuestros corazones. Él demostró la integración de la interdependencia y la compasión, ambos aspectos del budismo que se sienten muy relevantes para las comunidades marginalizadas.
La Sarmiento: Yo estaba llena de ira cuando entré en el dharma, y recuerdo haber leído un libro de Thich Nhat Hanh en donde él me invitó a sonreírle a una flor. Y yo estaba como, ‘yo no puedo sonreírle a una pinche flor. Estoy tan enojada’. Me tomó un rato entender las enseñanzas de Thay. Pero una vez que llegué ahí, vi –realmente es muy desafiante, ¿verdad? No importa la intensidad de lo que estamos cargando en nuestro interior, o de la intensidad en el exterior; el mantener nuestros corazones abiertos es una de las cosas más revolucionarias.
Para mí, una de las enseñanzas budistas que me resuenan es el recordar nuestra propia naturaleza búdica; nuestra propia bondad básica, sabiduría y compasión. Está todo ya ahí en cada uno de nosotros en este planeta. Tenemos esta dignidad inherente que nadie nos puede quitar. Todas estas enseñanzas apuntan hacia el movernos a través de nuestro sufrimiento hacia la liberación. El aprender a trabajar con él y transformarlo es la clave –especialmente para aquellos de nosotros quienes hemos sido marginalizados, suprimidos o colonizados.
Carol Iwata: Estoy súper de acuerdo. Pienso que las enseñanzas que son críticas para el modo en el que las personas BIPOC practicamos el budismo son las que se encuentran en nuestra experiencia de vida. Aquellas que hablan de esa consciencia de cómo hemos sido marginalizados, o cómo hemos sido oprimidos, o cómo hemos sufrido en las manos de fuerzas mayores. Ejemplos de estas enseñanzas vienen de personas como Lama Rod Owens, Thich Nhat Hanh, angel Kyodo williams y Resmaa Menakem.
Hay una colección de ensayos que viene de los retiros para personas de color de Thich Nhat Han, llamados Together We Are One [Juntos Somos Uno]. En la contraportada del libro hay una invocación hermosa en la que se nombra cada una de las familias de la tierra: blancos, negros, rojos y amarillos. Es simplemente hermoso. La primera vez que lo escuché lloré, y cuando se lo he leído a los grupos, otras personas también han llorado.
Incluso enseñanzas fundamentales pueden ser enmarcadas de un modo que sea consciente de la experiencia BIPOC. En una ocasión fui a un retiro guiado por angel Kyodo williams, en el Upaya Zen Center. Ella estaba enseñando el texto Hsin Hsin Ming (“Versos acerca de la Mente de Fé”), el cual contiene una de las enseñanzas Zen fundacionales acerca de la dualidad y la unicidad. Ella habló acerca de la unicidad y la no-dualidad como siendo completas en nuestro interior; explicó que conectar enteramente contigo misma es donde empieza la unicidad.
Mariana Restrepo: En tu experiencia, ¿hay algunas prácticas o enseñanzas que se sientan opresivas o dañinas para los practicantes BIPOC?
La Sarmiento: Pensando en ello, es el traer a la superficie la enseñanza entera del no-yo. La interpretación que he experimentado de personas de culturas dominantes va algo así como “Ninguna de estas identidades que tienes es importante porque todos somos uno”. Y mi réplica a esto es: “Bueno, ¿de quién es este uno que estamos siendo?” La verdad absoluta es: sí, todos somos uno, pero la verdad relativa es que no nos tratamos unos a otros de igual manera. Y como seres humanos en el mismo planeta, eso es lo que tenemos que enfrentar. El llegar ahí es una aspiración hermosa, pero por el momento no estamos ni tantito cerca de ello.
También, el modo en el que el budismo fue traído al Occidente convertido fue desde un modelo monástico que ha sido muy inaccesible para muchas personas quienes no pueden tomar ni siquiera una semana, o un mes, o tres meses fuera de su trabajo. Es elitista, y el tratar de encontrar modos para crear acceso para que todos puedan practicar; para que los padres de familia puedan practicar, ha sido un reto. No hay mucha inclusión de la familia. En las comunidades de Thich Nhat Hanh se invita a los niños, se les inicia en una edad muy temprana. Ellos tocan la campana a lo largo del día, y todos los niños dejan de jugar y sólo toman tres respiraciones.
La verdad absoluta es: sí, todos somos uno, pero la verdad relativa es que no nos tratamos unos a otros de igual manera. Como seres humanos en el mismo planeta, esto es lo que debemos enfrentar.
–La Sarmiento
Carol Iwata: Pensando en el modelo monástico que llegó con el budismo a los Estados Unidos, lo que me intriga y dice mucho, es que los caucásicos decidieron enfocarse en la parte de la meditación y dejar a un lado mucho del resto. Ellos dicen “Oh, eso es budismo cultural”. Es por eso que muchos de nosotros, los asiáticos, tenemos algo de dificultad en las comunidades budistas convencionales, porque han dejado atrás las raíces asiáticas del budismo, sacándolas y haciéndolas blancas e invisibles.
Me recuerda a una historia que Lama Rod Owens compartió en Radical Dharma. Él fue con el maestro principal de su comunidad y le dijo que se la estaba pasando terrible debido al racismo y la homofobia que estaba experimentando. La dirección del maestro fue, “Ve a sentarte en tu cojín, trabaja en ello.” Esa enseñanza es venenosa. Eso puede llevar a alguien no sólo a dejar la sangha, sino también conducirlo a la desesperanza y a un posible daño a sí mismo. Pienso que las enseñanzas más destructivas son aquellas que eligen interpretar la unicidad, la no-dualidad, de un modo que excluye a todo lo que las personas BIPOC somos. Algunas personas dicen, “Yo no veo color” lo cual es un comentario increíblemente ciego. El modo americano blanco de practicar se enfoca en el individuo y en lo absoluto, excluyendo lo relativo; el mundo en el que vivimos con todos sus problemas.
Margarita Loinaz: Se siente como una forma de separación del cuerpo, una negación del cuerpo, una negación de nuestra vulnerabilidad y necesidad de conectar con él. Una diferencia mayúscula es que enseñar dentro de las comunidades BIPOC involucra más al cuerpo; las enseñanzas están más enraizadas en el cuerpo.
La comunidad BIPOC es muy diversa. Yo vengo de la cultura caribeña latinoamericana, donde bailamos. Quiero decir, bailamos todo el tiempo. No me puedo imaginar no bailar. En Navidad, los abuelos y los padres, y todos bailan tanto que nos salen ampollas en los pies. Así que tenemos esta fuerte conexión y habilidad para disfrutar la experiencia de vivir en nuestros cuerpos. A veces, cuando siento esa rigidez en el budismo [caucásico], me recuerda a las enseñanzas dogmáticas que existen en cada religión, en donde trataban de ahogar la humanidad de la persona.
Con los grupos de estudio, a veces usamos música, danza, y movimiento libre para involucrar nuestros cuerpos, sosteniendo el principio de que la mera tela de nuestras vidas, con todo en ella, es el vehículo a la libertad. Todo acerca de nuestras vidas, sin dejar nada fuera, es el camino, y la enseñanza se convierte en la vida misma –si podemos reconocer esto. Esto es radical y amenaza las estructuras sociales que quieren tener a la gente conforme con el mundo convencional.
Una de mis enseñanzas favoritas de Dogen está en Bendowa, “El Camino Con El Corazón Íntegro”. Él describió cómo la consciencia incomparable de todas las cosas regresa a la persona en Zazen, a través de la cual la persona y la miríada de cosas, se asisten una a la otra de un modo íntimo e imperceptible. Él estaba hablando de cómo el mundo manifiesto es como el amante y también como nosotros mismos. Estamos en una relación increíble. Dogen solía quejarse acerca de cómo muchos otros maestros de su tiempo eran tan dogmáticos que perdían este punto. Ellos se perdían de la libertad de la que él estaba hablando.
Mariana Restrepo: Leí una analogía que La usó al respecto de la inclusividad en las sanghas, y va así:
Digamos que una sangha u organización de cultura dominante está teniendo una fiesta y deciden invitar a nuevos invitados. Los invitados dicen “¡Genial! ¿Podemos llevar nuestra comida? Y tenemos música que nos gustaría llevar para bailar después de la cena”. La sangha de cultura dominante responde como “No, ya encargamos la comida y sólo necesitamos que vengas a sentarte a la mesa y comas nuestra comida. No necesitamos tu música, y no necesitamos que traigas comida que huele diferente y se ve diferente”.
¿Cuáles son las ofrendas que la gente de color está trayendo consigo a las comunidades budistas más grandes? ¿Cuáles son las cosas que los practicantes de color están trayendo con sigo que ayudan al budismo a crecer en una dirección diferente o que empujan los límites?
La Sarmiento: Me parece muy interesante que nos quieran ahí –estar ahí y quedarnos el tiempo suficiente para que puedan tomar una foto y ponerla en su página o su folleto– pero nos quieren ahí en el modo en el que quieren que estemos ahí, para que no se sientan incómodos o se les confronte o ponga a prueba. Y eso no es realmente inclusión; eso es asimilación. Para mí, si quieres ser una persona blanca “despierta”, permite que la gente traiga su danza, que traigan su música. Hagamos más convivios en los que cada quien trae algo al centro para compartir. Nuestra sangha BIPOC está siempre compartiendo comida y disfrutando de estar reunidos.
Lo que he encontrado, especialmente en organizaciones de sanghas que involucran reuniones, es que no suceden muchos encuentros interpersonales. Como “¿Cómo estás?” “¿Qué está pasando en tu vida estos días?” En vez de eso hay un; “Okay, aquí está nuestra agenda, y necesitamos llevar a cabo todo esto”. Eso es un bajón, ¿sabes? Necesitamos empezar desde un lugar de relaciones interpersonales, porque cuando estamos en una relación unos con otros, cuando confiamos unos en otros, nos respetamos, incluso nos amamos, entonces realmente estamos ahí para los demás.
Lo que quiero decir es, ¿cada BIPOC cuenta, verdad? Cuando entramos a una habitación, contamos. Si hay cuatro personas de color y todos los demás son blancos, estamos siempre tratando de entender el contexto, de saber cuán seguro se siente estar ahí. Pero la gente blanca no hace eso. Ellos están en una habitación y simplemente ocupan el espacio sin notar las dinámicas o considerar quiénes están ahí. En mi experiencia, a las personas de culturas dominantes no les gusta sentirse incómodos. Para mí, si estás en este camino para estar cómodo, estás en el camino equivocado, porque este camino es súper incómodo si realmente lo estás practicando. Este camino confronta nuestros condicionamientos, nuestras tendencias habituales, nuestros modos de pensar acerca de nosotros mismos y de los demás. Y si no estamos dispuestos a experimentar la humildad en carne propia o a escuchar profundamente cómo otros experimentan la vida, ¿entonces qué estamos haciendo juntos?
Nuestra mayor presencia dentro de la comunidad budista está empujando hacia una responsabilidad con la esencia de las enseñanzas. Las enseñanzas vienen todas a través de un contexto cultural, pero su esencia no está limitada por la cultura. –Margarita Loinaz
Carol Iwata: Podemos mirar esto de un modo compasivo y decir que quizás lo que algunos colegas blancos están haciendo en el cojín es pensar en su sufrimiento, y tratar de entender lo que ellos mismos han hecho para contribuir a ese sufrimiento. Pero yo no sé si, o en qué medida, esa consciencia se extiende a otras personas que están sufriendo y cómo cada uno ha contribuido al sufrimiento de los demás también. Incluso en las religiones grandes, muchas veces la gente llega a ellas a sentirse mejor, en vez de a tener que confrontar cosas.
Pienso que algo que es necesario en las sanghas predominantemente blancas es la presencia de personas BIPOC. Como La dijo, todos contamos. Si hay cuatro personas BIPOC en un grupo de sesenta, es difícil sentirnos cómodos ahí. Tiene que haber más personas de color en las sanghas. Pero uno no sólo dice “Eres bienvenido, únete”. El programa tiene que reflejar los temas y las realidades de la gente BIPOC. Si tú nunca ves a alguien que se ve como tú en el cojín de enfrente, entonces simplemente vas a dejar de ir. O quizás veas a uno dos veces por año porque estamos tratando de ser inclusivos –así que vamos a invitar a esta persona a que se una, y luego nos vamos a felicitar por haberlo hecho.
Margarita Loinaz: Nuestra comunidad, la comunidad budista, es sólo un reflejo de la cultura en la que vivimos. Los mismos problemas que vemos en la calle también están en la sala de meditación. Nuestra mayor presencia dentro de la comunidad está empujando por una responsabilidad para con la esencia real de las enseñanzas. Y es interesante porque todas las enseñanzas llegan a nosotros a través de un contexto cultural, pero la esencia real de la enseñanza no está limitada por la cultura. El objetivo radical es reconocer nuestra esencia natural, la libertad absoluta e inherente de ello –incluso un vistazo a ello es lo más poderoso que nosotros, como maestros, podemos ofrecer a cualquier estudiante.
También estamos impactados por el ambiente relativo y las reverberaciones que obtenemos de la cultura a gran escala. La vulnerabilidad del alma humana. Hemos interpuesto muchos sentimientos negativos acerca de nuestro propio estar en nuestros cuerpos. Hemos sido forzados a mirar hacia esto. Y en la sociedad predominante y mayoritariamente blanca, la gente no ha experimentado esto –hay una reverberación positiva alrededor, de tal modo que la identidad es apoyada. Pero el hecho que nosotros estamos poniendo sobre la mesa, y que seguimos trayendo a discusión, es una ofrenda a la comunidad de budistas en mayor escala a llegar a un acuerdo en cómo nos hacemos sufrir unos a otros; cómo no estamos viviendo las enseñanzas, cómo estamos fabricando estas pequeñas etiquetas para identificarnos con ellas. No hay libertad en ello. El hecho de que estamos poniendo esto a la luz es una oportunidad para la comunidad a gran escala a encontrar una libertad diferente y más genuina. De eso se tratan las enseñanzas. Así que con nuestra mera presencia estamos empujando hacia adelante y viendo por la necesidad de nuestras almas de ser incluídos, así como cualquier humano. Todos los humanos queremos ser incluídos y sentirnos seguros. Eso está en el corazón del budismo –y el no estar dispuestos a ver esto, es una distorsión.
Mariana Restrepo: Muchos practicantes de culturas dominantes dicen que los espacios separados para los practicantes BIPOC son divisivos. Por otra parte, hay una necesidad de espacios que se sientan seguros e inclusivos. ¿Cómo nutrimos los espacios BIPOC sin crear una sensación de división?
La Sarmiento: Es una pregunta muy intensa, porque, de cierto modo, está poniendo la pelota en nuestras manos. IMCW es una sangha predominantemente blanca, heterosexual, cisgénero, altamente educada y de una comunidad de clase media a media alta. Y por más que piense que los miembros de IMCW quieran que los miembros de nuestras comunidades BIPOC y LGBTQ+ sean canalizados en la comunidad más amplia, la mayoría de las personas, especialmente en la sangha BIPOC, sienten que éste es el espacio más seguro para ellos –y esto sigue siendo el caso dieciséis años después.
De muchas maneras, siento que, ¿de quién es la responsabilidad de hacer esta tarea? Porque nosotros estamos exhaustos. Yo me mantuve separada del liderazgo de una sangha por quince años porque era como golpear mi cabeza contra la pared tratando de hacer consciencia con las personas de culturas dominantes en nuestra sangha. Es increíble que no tenga un moretón. Yo inventé esta frase, “racial es glacial”, porque es lento, ¿sabes? Es una práctica profunda de paciencia y perseverancia. Es doloroso saber que no hay un modo fácil y rápido para volvernos realmente diversos, equitativos, accesibles e inclusivos. Los mismos colegas están constantemente agitando la bandera, pero si no es toda la comunidad, no va a funcionar. No podemos cambiar a menos que decidamos cambiar. Me parece que estamos lejos de un momento kumbaya, y que esto no nos corresponde a nosotros.
Margarita Loinaz: Mucho de lo que hemos absorbido de la cultura convencional es la sensación de que la responsabilidad es nuestra de traer estos temas; la noción de que, de algún modo, nosotros tenemos que ser los que hagamos todo el movimiento. Y hay algunos periodos de tiempo en donde empujamos y empujamos y podemos ver que las cosas cambian y se abren, cuando hay suficientes personas, personas blancas, quienes han hecho el trabajo, quienes están comprometidas a continuar viendo. Y hay personas que han hecho cambios enormes. Después de veinticinco años y un esfuerzo tremendo, un número significativo de maestros Vipassana BIPOC han completado su entrenamiento en los últimos cuatro años. Este es un gran logro. También durante los mismos veinticinco años, he visto que para algunas personas dentro de la cultura dominante de múltiples sanghas, los cambios de corazón que hacen la inclusión y el compartir el poder posible aún están por suceder.
Necesitamos cuidarnos a nosotros mismos para el viaje más largo; saber cuánto invertir y cuándo retirarse. Justo ahora, estoy trabajando principalmente con grupos de estudio dentro de la comunidad BIPOC, lo cual encuentro más fácil. Estoy tratando de pasar a otros las enseñanzas que me han sido dadas, las cuales son tan profundas y liberadoras. Usando las enseñanzas de Dzogchen, vamos profundo. ¿Qué somos realmente? ¿Cuál es el objetivo último de la práctica? ¿Cómo ésto se relaciona con la libertad real y con el ver a través de las estructuras sociales?
Esto ha sido clave –aprender a pensar estructuralmente, no sólo acerca del individuo, sino también acerca de estas estructuras que dan forma al contenido de nuestras mentes y que replican la opresión. Esta es la libertad real, ver cómo manejamos una vez que tal entendimiento se ha asentado. Debido a que vemos la limitaciones de nuestras propias mentes, nuestro pensar propio, y cuánto nos hemos tragado. ¿Cómo navegamos en la vulnerabilidad de nuestra identidad cultural con aquello que va más allá de ella? Esta es la pregunta que está conmigo últimamente, la cual es realmente acerca de la no-dualidad.
Carol Iwata: Creo firmemente en salvar a todos los seres. Yo hablo con las personas, personas blancas, quienes han hecho un trabajo de antirracismo serio. Tengo juntas con ellos, comemos lunch juntos. Pero no tengo una energía ilimitada. Siento que primero tengo que cuidar de mi comunidad BIPOC. He dicho varias veces que el racismo va a terminar cuando la gente blanca decida terminarlo. No siento que sea la responsabilidad de la gente BIPOC el dilucidar cómo cambiar los corazones y las mentes de las sanghas predominantemente blancas.
Los practicantes BIPOC no nos podemos hacer sentir seguros a nosotros mismos. Ellos no se pueden hacer a ellos mismos sentir vistos. Ellos no se pueden hacer sentir escuchados. Esas son cosas que la comunidad blanca tiene que trabajar con ellos mismos. ¿Cómo ellos han –consciente o inconscientemente–, contribuido a hacer que la gente que es diferente, sean queer, o con habilidades diferentes, o de otro grupo racial, se sientan incómodos o no bienvenidos? Quiero ver comunidades mayoritariamente blancas hacer mucho más trabajo y ver a gente seriamente viendo qué pueden hacer para cambiar el ambiente, más que decirnos a la gente BIPOC que nos unamos y los entrenemos en cómo hacerlo.
ACERCA DE MARIANA RESTREPO
Mariana Restrepo es una editora asociada de Lion’s Roar. Ella es colombiana y tiene antecedentes en la tradición Nyingma-Kagyu del budismo tibetano. Mariana tiene una maestría en estudios religiosos y actualmente vive en las montañas Apalaches con su esposo y su jóven hijo.
ACERCA DE CAROL IWATA
Carol Iwata se interesó por primera vez en el budismo siendo voluntaria de las Peace Corps en África a finales de la década de los años sesenta, tras leer libros de Ram Das y Alan Watts. Cuando ella regresó a los Estados Unidos de América, ella visitó varios centros de meditación y, eventualmente, encontró su comunidad en St. Paul Minnesota, en Clouds in Water Zen Center. Dentro de su sangha y su ciudad, ella ha trabajado con y para las comunidades BIPOC en aplicar la práctica espiritual hacia el trabajo de la justicia social y racial .
ACERCA DE LA SARMIENTO
La Sarmiento trae sus experiencias como inmigrantes, no-binarios de origen filipino americano a la Insight Meditation Community de Washington, DC, en donde sirven como maestros guía de las sanghas BIPOC y LGBTQIA+. La se graduaron del entrenamiento de líderes de Spirit Rock Community Dharma Leader Training, y son mentores de ambos; Mindfulness Meditation Teacher Certification Program y Cloud Sangha, y enseñan en centros de retiro alrededor de los Estados Unidos.
ACERCA DE MARGARITA LOINAZ
Margarita Loinaz es una maestra comunitaria en el East Bay Meditation Center en Oakland y una maestra visitante en Spirit Ro