Seis tipos de soledad

Estar sin un punto de referencia es la soledad última. También se le llama iluminación.

Pema Chödrön22 February 2021

En el camino medio no hay un punto de referencia. La mente sin un punto de referencia no se asienta, no se fija ni se puede agarrar. ¿Cómo es posible que no tengamos un punto de referencia? No tener un punto de referencia sería cambiar una respuesta habitual y profundamente arraigada ante el mundo: querer que el mundo funcione de un modo u otro. Si no puedo ir a la derecha o a la izquierda ¡me voy a morir! Cuando no vamos a la derecha ni a la izquierda, nos sentimos en un centro de desintoxicación de adicciones. Estamos abruptamente solos, sin paliativos y con toda la ansiedad que hemos estado tratando de evitar al ir hacia la izquierda o hacia la derecha. Esa ansiedad se puede sentir bastante pesada.

Sin embargo, años y años de ir hacia la izquierda o hacia la derecha, llendo hacia el sí o al no, llendo a lo correcto o incorrecto, nunca ha cambiado nada. Luchar por seguridad nunca nos ha traído nada más que dicha momentánea. Es como el cambiar la postura de nuestras piernas durante meditación. Nuestro cuerpo nos duele por sentarnos con las piernas cruzadas, así que las movemos. Y entonces sentimos, “Fiuf, ¡qué alivio!” Pero dos minutos y medio después queremos moverlas de nuevo. Nos seguimos moviendo buscando el placer, buscando la comodidad, pero la satisfacción que obtenemos es de muy corta duración.

El proceso de salir del atoramiento requiere de un valor tremendo, porque, básicamente, estamos cambiando completamente nuestra forma de percibir la realidad, como cambiando de ADN. Estamos deshaciendo un patrón que no es sólamente nuestro patrón. Es el patrón humano.

Escuchamos mucho sobre el dolor del samsara, y también escuchamos acerca de la liberación. Pero no escuchamos mucho sobre cuán doloroso es el ir del estar completamente atorado, a salirse del atoramiento. El proceso de des-atorarse requiere un valor tremendo, porque, básicamente, estamos cambiando completamente nuestra forma de percibir la realidad, como cambiar nuestro ADN. Estamos deshaciendo un patrón que no sólo es nuestro patrón. Es el patrón humano: proyectamos al mundo millones de posibilidades de cómo podríamos lograr una resolución. Podemos tener dientes más blancos, un jardín sin hierbas malas, una vida sin conflictos, un mundo sin verguenza. Podemos vivir felices para siempre. Este patrón nos mantiene insatisfechos y nos causa mucho sufrimiento.

Nuestro derecho de nacimiento: El camino medio

Como seres humanos, no sólo buscamos una resolución, sino que también sentimos que merecemos tal resolución. Sin embargo, no sólo no merecemos una resolución, sino que sufrimos gracias a la resolución. En realidad, no merecemos una resolución; merecemos algo mejor que eso. Merecemos nuestro derecho de nacimiento, el cual es el camino medio; un estado abierto de mente que se puede relajar con la paradoja y la ambiguedad. Al grado en el que hemos estado evitando la incertidumbre, naturalmente vamos a tener síntomas de abstinencia – abstinencia de pensar siempre que hay un problema y que alguien, en algún lugar, necesita arreglarlo. 

El camino medio nos alienta a despertar el valor que existe en cada uno sin excepción, incluyéndote a ti y a mí.
El camino medio está ampliamente abierto, pero es duro andarlo, porque va a contrapelo de un patrón neurótico antiguo que todos compartimos. Cuando nos sentimos solitarios, cuando hemos perdido las esperanzas, lo que queremos hacer es movernos hacia la derecha o hacia la izquierda. No queremos sentarnos y sentir lo que sentimos. No queremos ir hacia la desintoxicación. Sin embargo, el camino medio nos alienta a hacer exactamente eso. Nos alienta a despertar el valor que existe en todos sin excepción, incluyéndote a ti y a mí. 

La meditación nos provee de una manera de entrenar en el camino medio -en permanecer justo en el meollo. Somos alentados a no juzgar cualquier cosa que surja en nuestra mente. Lo que usualmente llamamos bueno o malo, simplemente lo reconocemos como pensamiento, sin el drama usual que va junto al ‘bueno’ o ‘malo’. Somos instruidos a dejar los pensamientos venir e irse como si tocáramos una burbuja de jabón con una pluma. Esta disciplina directa nos prepara a dejar de estar teniendo dificultades en una lucha constante y descubrir un estado de ser fresco e imparcial. 

La experiencia de ciertos sentimientos puede parecer particularmente llena de deseo de resolución: soledad, aburrición, ansiedad. A menos que podamos relajarnos con estos sentimientos, es muy difícil permanecer en el medio cuando los experimentamos. Queremos victoria o derrota, alabanza o reproche. Por ejemplo, si alguien nos abandona, no queremos estar con esa incomodidad cruda. En vez de eso, evocamos una identidad familiar de nosotros mismos como unas víctimas desafortunadas. O quizás evitamos la crudeza actuando y diciéndole a la persona con ínfulas de justicia cuán confundido él o ella están. Automáticamente queremos cubrir el dolor de una u otra manera, identificándonos con la victoria o con el papel de víctima. 

Cuando podemos descansar en el punto medio, empezamos a tener una relación no-amenazante con la soledad, una soledad relajante y refrescante que da una vuelta completa a nuestros patrones usuales de miedo.

Usualmente consideramos la soledad como un enemigo. El dolor de corazón no es algo que elegimos invitar a nosotros. No da descanso, y está caliente y lleno del deseo de escapar y encontrar algo o alguien que nos haga compañía.  Cuando podemos descansar en el medio, empezamos a tener una relación no-amenazante con la soledad, una soledad relajante y refrescante que da una vuelta completa a nuestros patrones usuales de miedo. 

Hay seis maneras de describir este tipo de soledad fresca. Estas son: menos deseo, contento, evitar la actividad innecesaria, disciplina completa, no vagar en el mundo del deseo, y no buscar seguridad de los pensamientos discursivos de uno. 

Menos deseo

Menos deseo es la disposición a sentirte solitario sin una resolución cuando todo en nosotros urge tener algo para alegrarnos y cambiar nuestro estado anímico. Practicar este tipo de soledad es una manera de sembrar las semillas para que la inquietud fundamental disminuya. Por ejemplo, en meditación, cada vez que etiquetamos “pensando” en vez de correr sin fin al rededor de nuestros pensamientos, estamos entrenando en sólo estar aquí sin disasociarnos. No podemos hacer esto ahora al grado en el que no estábamos dispuestos a hacerlo ayer, o el día anterior, o la semana, o el año pasados. Después de que practicamos menos deseo a profundidad y consistentemente, algo cambia. Sentimos menos deseo en el sentido de estar menos sólidamente seducidos por nuestras Muy Importantes Historias. Así que, incluso si la soledad caliente está ahí, y por 1.6 segundos nos sentamos con esa intranquilidad cuando ayer no podíamos sentarnos por siquiera un segundo, ése es el camino del guerrero. Ése es el camino del valor. Entre menos nos de la vuelta y nos volvamos locos, más probaremos la satisfacción de la soledad fresca. Como decía a menudo el maestro zen Katagiri Roshi, “Uno puede estar solitario y no estar tirado por ello”. 

Contento

El segundo tipo de soledad es el contento. Cuando no tenemos nada, no tenemos nada que perder. No tenemos nada que perder, sino el estar programados en nuestras entrañas a sentir que tenemos mucho que perder. Nuestro sentimiento de que tenemos mucho que perder está arraigado en el miedo -a la soledad, al cambio, a cualquier cosa que no puede ser resuelta, a la no-existencia. La esperanza de que podemos evitar este sentimiento, y el miedo de que no podemos volvernos nuestro punto de referencia. 

Cuando trazamos la línea al centro de la página, sabemos quién somos si estamos en el lado derecho y quién somos si estamos en el lado izquierdo. Pero no sabemos quién somos cuando no nos ponemos en ningún lado. Entonces simplemente no sabemos qué hacer. Simplemente no sabemos. No tenemos punto de referencia, ninguna mano a la qué agarrarnos. Al punto de que podemos fliparnos o asentarnos. El contento es un sinónimo para la soledad, la soledad fresca, asentarnos con la soledad fresca. Abandonamos la creencia de que si pudiéramos escapar nuestra soledad, esto nos traería una felicidad prolongada, o dicha, o un sentido de bienestar, o valor, o fuerza. Usualmente tenemos que abandonar esta creencia más o menos un billón de veces, una y otra vez haciéndonos amigos de nuestro nerviosismo y pavor, haciendo la misma vieja cosa un billón de veces con conciencia. Entonces, sin que lo notemos siquiera, algo empieza a cambiar. Simplemente podemos estar solitarios sin alternativas, contentos con el estar justo aquí con el estado anímico y la textura de lo que está ocurriendo. 

Evitando actividades innecesarias

El tercer tipo de soledad es el evitar actividades innecesarias. Cuando nos sentimos solitarios del modo “caliente”, buscamos algo que nos salve; buscamos una salida. Nos da esta sensación revuelta que llamamos soledad, y nuestras mentes se vuelven locas tratando de encontrar acompañantes que nos salven de nuestra desesperanza. A eso se le llama actividad innecesaria. Es un modo de mantenernos ocupados para que no tengamos que sentir ningún dolor. Puede tomar la forma de soñar obsesivamente con un romance real, o de tomar un pedacito de chisme y volverlo la noticia del día, o incluso salirnos solos e irnos a la naturaleza.

El punto es que en todas estas actividades, estamos buscando compañía en nuestro modo usual y habitual, usando nuestros mismos modos antiguos y repetitivos de distanciarnos del demonio de la soledad. ¿Podríamos simplemente sentarnos y tener un poco de compasión y respeto por nosotros mismos?, ¿Qué tal sería el practicar el no brincar y no agarrar cuando empezamos a sentir pánico? El relajarse con la soledad es una ocupación valiosa. Como el poeta japonés Ryokan dice, “Si quieres encontrar el significado, deja de perseguir tantas cosas”.

Disciplina completa

La disciplina completa es otro componente de la soledad fresca. La disciplina completa significa que, en cada oportunidad estamos dispuestos a regresar, simplemente regresar gentilmente al momento presente. Esta es la soledad como una disciplina completa. Estamos dispuestos a sentarnos quietos, sólo estar aquí, solos. No tenemos que cultivar particularmente este tipo de soledad; simplemente nos podemos sentar quietos lo suficiente para darnos cuenta de cómo son las cosas realmente. Fundamentalmente, estamos solos y no hay nada a lo qué agarrarnos. Más aún, esto no es un problema. De hecho, nos permite descubrir, por fin, un estado completamente no-fabricado del ser. Nuestras suposiciones habituales -todas nuestras ideas acerca de cómo son las cosas- nos impiden ver de un modo fresco y abierto. Solemos decir “Ah sí, ya sé”. Pero realmente no sabemos. Ultimadamente no sabemos nada. No hay ninguna certeza de nada. Esta verdad básica duele y queremos huir de ella. Pero el regresar y relajarnos con algo tan familiar como la soledad es una buena disciplina para comprender la profundidad de los momentos no resueltos de nuestra vida. Nos estamos autoengañando cuando intentamos escapar de la ambiguedad de la soledad. 

No vagar en el mundo del deseo

No vagar en el mundo del deseo es otra manera de describir la soledad fresca. Vagar en el mundo del deseo involucra buscar por alternativas, buscando algo que nos consuele -comida, bebida, gente. La palabra deseo incluye esta cualidad de adicción; el modo en el que nos agarramos a algo porque queremos encontrar una manera de que todo esté bien. Esta cualidad viene del nunca haber crecido. Aún queremos ir a casa y poder abrir el refrigerador y encontrarlo lleno de nuestros alimentos favoritos; cuando las cosas se ponen difíciles, queremos gritar “¡Mamá!” Pero lo que estamos haciendo a medida que progresamos en el camino es el dejar el hogar y volvernos personas sin hogar. No vagar en el mundo del deseo se trata de relacionarnos directamente con el cómo son las cosas. La soledad no es un problema. La soledad no es algo qué resolver. Lo mismo es cierto para cualquier otra experiencia que podamos tener. 

No buscar seguridad de nuestros propios pensamientos discursivos

Otro aspecto de la soledad fresca es no buscar seguridad de nuestros propios pensamientos discursivos. El tapete ha sido movido; la olla ha sido destapada; ¡no hay manera de salir de ésta! Ni siguiera buscamos la compañía de nuestra propia conversación incesante con nosotros mismos acerca de cómo es y cómo no es, si tal cosa es o no lo es, si tal cosa debería hacer esto o lo otro, si se puede o no se puede. Con la soledad fresca no esperamos la seguridad de nuestro propio conversatorio interno. Por eso se nos instruye en meditación etiquetarlo como “pensando”. No tiene una realidad objetiva. Es transparente e inasible. Somos alentados a sólo tocar ese conversatorio y dejarlo ir, no hacer mucho ruido por nada. 

La soledad fresca nos permite mirar con honestidad y sin agresión a nuestras propias mentes. Gradualmente podemos soltar nuestros ideales de quién pensamos que deberíamos ser, o quién pensamos que queremos ser, o quién pensamos que otras personas piensan que queremos ser o que deberíamos ser. Lo soltamos y sólo miramos directamente con compasión y humor a quién somos. Entonces, la soledad no es una amenaza o un dolor en el corazón, no es un castigo. 

Gradualmente podemos soltar nuestros ideales de quién pensamos que deberíamos ser, o quién pensamos que queremos ser, o quién pensamos que otras personas piensan que queremos o deberíamos ser.

La soledad freca no nos provee de una solución o nos da una tierra firme bajo los pies. Nos reta a entrar a un mundo sin punto de referencia, sin polarizar ni solidificar. A esto se le llama el camino medio, o el camino sagrado del guerrero. 

Cuando te despiertas en la mañana y de la nada surge el dolor de corazón de la alienación y la soledad, ¿puedes usarlo como una oportunidad de oro? En vez de acosarte a ti mismo o sentir que algo terriblemente malo está sucediendo, justo ahí, en el momento de tristeza y nostalgia, ¿puedes relajarte y tocar el espacio ilimitado del corazón humano? La próxima vez que tengas una oportunidad, experimenta con esto. 

ACERCA DE PEMA CHÖDRÖN

Con sus poderosas enseñanzas, libros best-sellers y sus retiros que son atendidos por miles de personas, Pema Chödrön es la maestra de budismo americana más popular hoy en día. En The Wisdom of No Escape, The Places that Scare You y otros libros importantes, nos ha ayudado a descubrir cómo las dificultades y la incertidumbre pueden ser oportunidades para el despertar. Ella da servicio como maestra residente en Gampo Abbey Monastery en Nova Scotia, Canadá. Es estudiante de Dzigar Kongtrul, Sakyong Mipham Rinpoche y del tardío Chögyam Trungpa. Para más información, visita: pemachodronfoundation.org.

ACERCA DE RATNA DAKINI (Traductora)

ratna dakini es una yoguini budista tibetana, poeta y traductora originaria de México. Ha publicado dos libros de poesía de dharma, el último titulado Sunbird (2020). Ha traducido para la Comunidad de Meditación de Tergar por Aprox. 6 años, y continúa traduciendo para Tergar, así como para la página en español de Lion’s Roar. Actualmente vive en San Miguel de Allende, donde enseña Yoga, practica danza y prepara un tercer libro de poesía.

Pema Chödrön

Pema Chödrön

With her powerful teachings, bestselling books, and retreats attended by thousands, Pema Chödrön is today’s most popular American-born teacher of Buddhism. In The Wisdom of No Escape, The Places that Scare You, and other important books, she has helped us discover how difficulty and uncertainty can be opportunities for awakening. She serves as resident teacher at Gampo Abbey Monastery in Nova Scotia and is a student of Dzigar Kongtrul, Sakyong Mipham Rinpoche, and the late Chögyam Trungpa. For more, visit pemachodronfoundation.org.