En el sentido más básico, phowa, tal como es practicado en el budismo Bön tibetano, se centra en la transferencia de consciencia en el momento de la muerte. Estas enseñanzas pueden prepararnos para proyectar nuestra consciencia directamente hacia un reino puro en el momento de la muerte, incrementando nuestras oportunidades para liberarnos en un sólo periodo de vida. El momento de nuestra muerte quizás se perciba remoto y desconectado de nuestra realidad del día a día, pero phowa comienza ahora; en este reino de la existencia. Cada día atravesamos lo que parece ser un desfile interminable de transiciones; desde lo mundano –un día, una semana, o de un año al siguiente– hasta transiciones mayores en la vida. Al reconocer que tenemos opción, volvernos conscientes, y dejar ir nuestro apego– también nos preparamos para la gran transición en el momento de la muerte.
Mi maestro, Yongdzin Rinpoche una vez me dijo que el propósito de practicar phowa es “tener las maletas hechas y estar listo” cuando llegue el momento de nuestro paso o muerte. Tener las maletas hechas y estar listo significa estar tal y como somos, sin traer nada más con nosotros. Sea que estamos atravesando hacia el otro lado de esta vida, o simplemente pasando de una fase de la vida hacia otra, intentamos entrar con las manos vacías. Las enseñanzas budistas bön tibetanas nos dicen que las transiciones en sí mismas –incluso la gran transición al final de esta vida– no son la causa del sufrimiento; el problema es nuestra insistencia en tratar de traer cosas con nosotros. No nos podemos traer nada, y al tratar de traer algo perturbamos nuestras mentes. Así que nuestra práctica es trabajar con nosotros mismos y con ese sentido de apego, porque todos encontramos algo –usualmente muchas cosas– a lo que nos apegamos.
Tenemos que poner atención y estar dispuestos a cambiar.
Cuando entraste en el cuarto en el que estás sentado ahora, justo en el momento de entrar, ¿cuán pleno entraste? ¿Cuán consciente estabas cuando cruzaste el umbral? ¿cuántas “cosas” –tus historias, planes, recuerdos de conversaciones, la incomodidad persistente de tu mente y emociones– trajiste contigo? Cada momento de transición es una oportunidad para practicar consciencia y claridad; para aprender acerca de nosotros mismos, para ver los modos en los que nos atoramos, y dejar ir. Cada momento que practicamos esto, podemos reflejar un poco más y estar abiertos a ver nuestros patrones habituales. Tenemos que poner atención y estar dispuestos a cambiar. Y si nos encontramos poniendo resistencia al cambio, podemos rezar para que cambiemos: “Sé que necesito cambiar. Que cambie. Dame la fuerza para cambiar”.
Distintas transiciones ponen un reto a nuestros apegos de modos distintos. Simplemente ir de un día a otro –de viernes a sábado– no es tan difícil para la mayoría de nosotros. ¿Pero qué tal nos es ir de una estación a la otra, o de un año al otro, o de un trabajo a otro, de una relación a otra? Cada una de estas transiciones se vuelve más difícil a medida que nuestros apegos y expectativas acerca de ellas incrementan. Quizás estás acostumbrado a despertarte y correr o salir a trotar cada día. Habrá un tiempo en el que esto ya no sea posible, y tengas que olvidarte de trotar. Puede ser difícil adaptarnos a este tipo de cambios. Quizás siempre tuviste un tipo de relación con tus padres, pero ahora se ha convertido en otro tipo de relación. Ahora, en vez de reunirte en comidas o fiestas, quizás los visites en un hospital o asilo de ancianos y sostengas sus manos. Es un cambio. No estás acostumbrado a él. Es difícil transitar a la nueva fase de la vida si aún estás apegado a la fase previa.
Debido a que las transiciones más grandes son más difíciles, debemos enfocarnos en nuestra habilidad de dejar ir desde ahora. Si miras hacia este momento en tu vida, justo ahora, ¿cuántas cosas podrías dejar ir? Piensa en una cosa en este momento a la cual estés realmente apegada, algo con lo que te estás identificando, algo de lo que te estás agarrando; eso causa dolor. Quizás tienes una relación difícil con alguien en tu vida debido a que te estás aferrando a un resentimiento, o quizás tu apego a la relación misma te está reteniendo e impidiéndote avanzar. Ahora compara cuán difícil sería dejar ir ese apego en contraste con el dejar ir que tendrás que hacer en el momento de tu muerte. ¿Qué prefieres, morir o dejar ir tal apego? No hay lugar a dudas, ¿verdad? Dejarías ir tal apego. Así que, ¿por qué no das un paso adelante y lo haces?
Con consciencia, podemos ver que cuando batallamos con una transición, algo tiene que ver con un apego, sea con el pego a una identidad o con algo externo. Si dejas ir eso, y luego otra cosa y luego otra y otra y otra, entonces todas las cosas pequeñas que dejas ir te van a ayudar a volverte libre. Cada acto de dejar ir te beneficia, haciéndote más fácil que dejes ir las cosas más difíciles que vendrán en el camino. Si no nos aplicamos a estas oportunidades de dejar ir, si no podemos manejar las cosas pequeñas que surgen en nuestro camino, entonces seguro nos costará más trabajo soltar las cosas grandes.
Dejar ir es como limpiar tu cochera o tu armario. ¿Cuántos de nosotros hemos limpiado nuestros armarios y encontrado cosas ahí que ya no estábamos usando? Esta es una oportunidad muy simple para dejar ir. Cuando abres tu armario y ves que ahí hay algo que pusiste hace cinco años y que no has usado, que ni siquiera has tocado, ¡adelante, toma la oportunidad y deja ir esa cosa!
Energéticamente, estos pequeños actos de dejar ir pueden hacer un gran impacto. Incluso sólamente el borrar fotos de tu teléfono –un acto simple de seleccionar y luego borrar– puede aligerar nuestros apegos. ¿Conoces a alguien que tiene demasiadas cosas, cuya casa casi no tiene espacio para que la gente se mueva, ya ni digas que tenga un sentido de espaciosidad? Energéticamente eso no es bueno para nosotros. En un monasterio, los monjes limpian mucho. Cuando limpian la gompa, dan brillo a los pisos, limpian el altar, esto es visto como una purificación. Ambos, la sala de meditación y el closet son más fáciles de limpiar que los chakras. Si tú no puedes limpiar tu canal central, al menos abre tu armario y limpia algunos de esos bloqueos.
Hay muchas maneras de entrar en el siguiente momento. Ceremonialmente, socialmente, hacemos muchas cosas que son simbólicas. En la tradición tibetana, realizamos muchas ceremonias grandes al final de cada año. El final de año es el tiempo para limpiar el año que transcurrió, así que hacemos purificación y rituales. Levantamos unas banderas de oraciones el primer día del año nuevo, simbólicamente levantando todas las fuerzas de las energías elementales. En nuestras vidas diarias, este principio es el mismo. Podemos encontrar un modo de traer lo mejor de cada nuevo espacio, nuevo tiempo, nuevo propósito, nueva misión, nuevo comienzo, nueva fase de vida, nuevo momento. No tiene que ser el último día del año. Cada mañana puede ser así. En la tradición tibetana, cada día hacemos una ofrenda de agua fresca en el altar. Esta es una tradición antigua, y últimamente he estado sintiendo una fuerte conexión con ella. Al traer algo fresco al altar, mi sentido del día que comienza se siente diferente. Ese sentido de lo sagrado; la frescura, este sentido de conexión, de ofrenda, de no olvidar el refugio o la fuente, conectar con esto al empezar mi día, es muy poderoso.
A menudo, en los tiempos de transición, nos comportamos sin consciencia. Nos comportamos con condiciones, con dolor, con miedo. Sentimos que no tenemos opción. Sólo el saber que tenemos opción puede hacer toda la diferencia. La opción viene cuando podemos hacer tiempo para estar quietos, silenciosos, con espacio. Practicamos no-hacer, no-decir, no pensar (no pensar es más difícil, pero al menos no hacer y no decir). Luego, una vez que nos hemos calmado, encontramos un nuevo espacio desde el que podemos hacer y decir y pensar, y lo que hacemos y lo que decimos quizás sea diferente de lo que originalmente hubiéramos dicho o hecho. Una cosa que queremos poder ver claramente y decirnos a nosotros mismos es, “Si no es bueno, no lo voy a hacer peor”. Déjalo tal como está.
Tenemos tantas oportunidades para estar conscientes. Piensa en aproximarte a esto de este modo: Voy a manejar esta pequeña transición bien para que pueda manejar la siguiente, o una más dura incluso mejor. Cada vez que hacemos estas pequeñas transiciones y nos sentimos libres, nos sentimos bien, el mundo se abre hacia nosotros. Momentos, lugares, locaciones, cambios, transiciones suceden todo el tiempo en la vida. Estas son todas oportunidades para cultivar y practicar para soportar mejor la transición de la práctica de phowa en el momento de la muerte. Más allá de simplemente prepararnos para la gran transición al final de la vida, el traer esta actitud mental en los tiempos de transición puede hacer nuestras vidas más fáciles, más productivas. Al final, sea que estamos haciendo la práctica de phowa o caminando de una habitación a la siguiente, se trata de con cuánta claridad entramos, con cuánta claridad vamos hacia el siguiente día, con cuánta claridad vamos hacia la siguiente cosa. Cada entrada es interesante si nos aproximamos a ella con claridad.
ACERCA DE GESHE TENZIN WANGYAL RINPOCHE
Geshe Tenzin Wangyal Rinpoche es un sostenedor del linaje de la tradición Bön Dzogchen del Tíbet. Él es el autor de Spontaneous Creativity: Meditations for Manifesting Your Positive Qualities (2018).
ACERCA DE KHANDRO (TRADUCTORA)
thubten khandro es una yoguini budista tibetana, bailarina, poeta y traductora originaria de México. Desde el 2013 es alumna de Yongey Mingyur Rinpoche y forma parte de la Comunidad de Meditación de Tergar. Ha publicado dos libros de poesía de dharma; bird yes y Sunbird. Actualmente da clases de yoga y comparte poesía y danza a través un boletín electrónico mensual.